He partido del principio de que el ser
espiritual tiene su origen en el centro
vibratorio desde el cual toda vida procede.
La energía
que irradia aquél centro vibratorio es la placenta
que alimenta a la conciencia universal.
El centro vibratorio es la causa y la conciencia universal es la manifestación en la que se acrisola el
flujo y reflujo permanente de todos nuestros pensamientos, emociones,
sentimientos y acciones.
Al compartir fraternalmente nuestras vivencias y experiencias “todos aprendemos de todos” dialogando con el lenguaje
universal del sentimiento.
En los archivos de la conciencia cósmica queda indeleblemente grabado nuestro tránsito por todos y cada uno
de los mundos en los que hemos practicado la vida eterna y continuada. Ninguna información vinculada con los seres
vivientes del universo queda oculta en el anonimato, por ser ésta información
la fuente de consulta donde la inteligencia del ser evoluciona hacia la
sabiduría.
Para disfrutar de los frutos del campo
solidario de esta sociedad del
conocimiento, no se requiere de títulos académicos, registros de propiedad
intelectual, ni algunos de los requisitos exigidos en este mundo de las formas. Lo que sí es dable cumplir son estas
dos condiciones: Una necesaria: conocerse
a sí mismo y otra suficiente: amar a
todos los miembros de aquella sociedad.
Conocerse
a sí mismo significa que cada espíritu viva en completa comunidad con su alma y su cuerpo. Esto requiere que el
cuerpo actúe integrado con la
sensibilidad del alma. El alma se sienta entregada al magnetismo del espíritu y éste, a su vez, esté conectado con la energía cósmica del universo.
Alcanzada la condición de hacer del conocimiento
de si mismo una realidad virtual, devenida en “práctica cotidiana”, se podrá
integrar dentro de la sociedad humana una “masa
crítica” de espíritus que, con su “ejemplo”,
constituyan una fuerza energética que
induzca a todos sus miembros a
compartir esa heredad común en amor y con solidaridad.
Es oportuno tener presente la reflexión
que nos dice que somos “únicamente
administradores y usufructuarios de lo que la creación nos ha confiado como
poderoso instrumento para el progreso y el bien de todos”.
Por
lo que la heredad común que recibimos
desprovista de un espíritu de lucro, no debería tentarnos a obtener un valor pecuniario de su utilización.
Además de la responsabilidad enunciada,
tenemos la misión fraternal y eterna
de crear las condiciones para que todos los seres del universo puedan ejercer el
derecho a acceder a esa herencia.
El amor
y el ejemplo que recogemos de
nuestros maestros, profetas y condiscípulos (que siempre están “vivos” en la
archivo universal) nutren nuestro aprendizaje proporcionándole un significado más
espiritual a nuestro cotidiano vivir.
La evolución implícita que conlleva el
magnetismo espiritual que impregna el universo, nos permite acceder a
vibraciones energéticas más elevadas que producen la expansión de nuestra conciencia.
Este es el objetivo esencial de nuestra
vida eterna y continuada: “¡Tomar
conciencia de que solo la FE (fuerza espiritual) puesta en nuestras obras, es
la que nos impulsará a trascender a estados evolutivos más elevados!”.
Cuanto mayor sea el
grado de AMOR con que impregnemos
nuestra vida, más sensible será
nuestra conciencia y podremos revivir,
como otrora, cómo nos sentíamos
cuando nuestra existencia la compartíamos en UNIDAD en la “morada originaria de la creación”.
“Regresar
al hogar originario no implica desplazarse
a ningún lugar en especial. Es utilizar la expansión de nuestro grado de conciencia para reconectarnos con la gloria de disfrutar
lo que nos brinda el universo desde siempre. Eso podremos lograrlo por haber
experimentado la más sorprendente y enriquecedora vivencia de saber lo qué significa la vida eterna y continuada.”
“Reconoceremos el mismo hogar en el que
fuimos eternamente cobijados, solo que recién ahora nuestra conciencia dimensionará la grandeza de
lo que significó conocer, aprender, practicar y amar la
magnificencia de la Creación desde otra percepción más espiritualizada.”
SEREMOS “UNO” Y “TODOS” A LA VEZ.
¨
Comprenderemos que la vida
siempre será la misma;
¨
que en el universo solo
existe el amor y la ignorancia;
¨
que la muerte es una
creación humana, por lo que nunca dejaremos de disfrutar de la vida;
¨
que antes, ahora y siempre
estaremos unívocamente unidos a la vida “EN” y “CON” nuestro ser creador.
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