lunes, 29 de enero de 2018

¿Qué valor tiene escribir?




El valor de la palabra oral o escrita trasmite un contenido que manifiesta el sentir del alma del escritor. Ese contenido imprime en el alma del receptor una carga energética que suele servirle de disparador para generar sus propios aprendizajes y mensajes.

   La fuerza del verbo creador se pone de manifiesto en la palabra expresada con amor, convicción, respeto y empatía por los otros. Pero también esa fuerza se pone de manifiesto en la palabra que nace del miedo y por lo tanto del desamor a sí mismo y a los demás.

   De allí que el valor de escribir radica en la actitud honesta de compartir nuestra alma, con sus luces y sombras, con sus encuentros y desencuentros.

    La posibilidad de lograr que el lector pueda enriquecer la sensibilidad de su alma con el mensaje recibido, en mucho dependerá de la espontaneidad y autenticidad con la que se expresa el escritor.

   La fortaleza de ánimo puesto de manifiesto en la sinceridad con que se escribe fluirá de la pluma del escritor, en tanto éste se conozca a sí mismo y escriba con amor y entrega espiritual de lo que siente.

   El valor de escribir tiene su génesis en el amor o el miedo con que se escriba.

   Amigo escritor, abre tu alma, vuelca su contenido en el papel. Nada puede pasarte por lo que descubras en tu interior y luego lo vuelques a tu escritura. Por último, luego de que lo escribas para ti podrás elegir con quiénes decides compartirlo.

   Cuántas experiencias de vida quedan en el tintero del corazón de cada uno de nosotros. Cuántas palabras reprimidas que hubiesen podido servir de alivio, contención y estímulo quedaron dibujadas en el campo de las ideas.

    El miedo de mostrar una debilidad, de poner en juego una opinión, el riesgo de someterse al juicio de terceros, hace las veces de acaparador de la riqueza que vive en el alma humana que sólo se agranda cuando se comparte.

     Traer la misión de difundir y compartir la riqueza que por siglos atesora nuestra alma es una misión de amor y compromiso hacia el universo que nos brinda la oportunidad de cumplir con nuestra propuesta de trabajo solidario. 

     Es el alma-archivo la que conserva nuestra historia vivida en los mundos por los que hemos transitado.  Y esto es así porque el espíritu no tiene memoria; y no tiene memoria porque no tiene tiempo. Vive en el eterno presente.

    El espíritu vive el eterno presente y su alma constituye “el libro de su vida”, “el álbum”, “la fuente de consulta” de toda la trayectoria que tuvo su comportamiento durante su tránsito por el universo. 

   Del mismo modo, el mundo, el universo y todos los seres son “escritores virtuales” que vuelcan sus mensajes en su propia existencia.   

   Cuando comprendamos que el ser creador se hace presente, se comunica en cada una de las manifestaciones que nos regala el universo, podremos disfrutar de todos los momentos de nuestra vida porque todo lo que nos enseña la Creación universal es la demostración del amor y sabiduría de quienes participan en ella.




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