domingo, 11 de febrero de 2018

ODA A LA VIDA



   

  
  La inteligencia divina que sostiene la sincronizada estructura del universo, me ha enseñado que expresar una “oda a la vida” es reconocer que somos espíritus que hemos logrado acceder con mayor consciencia a la misión de ser condiscípulos en la Universidad de la vida.

   La sabiduría que nos hace despertar nuestra “luz interior” utiliza medios que no se aceptan como enriquecedores por la mente humana, educada para procurar disfrutar de lo que hemos elegido como fuente de placer: el individualismo, el materialismo, el hedonismo, el desamor, la irresponsabilidad y la desmesura con la que “endiosamos” el uso de la materia como una versión postmoderna del “becerro de oro”.

   Mis vivencias personales me han permitido aprender que las carencias, el hacinamiento, la pobreza, las desavenencias, la discriminación, el abandono constituyen las páginas luminosas de la vida eterna, continuada y evolutiva que me permitieron enriquecerme con estas pruebas de profundo amor y máximo rigor con que estuvo jalonada mi existencia. 

   Todo es vida, todo es amor, inteligencia, evolución. Todo es un camino plagado de pruebas. En nosotros está el aprender a disfrutar del perfume de las flores y de lo ríspido de las espinas. Todo lo que nos sucede lo hemos elegido nosotros teniendo presente el Programa Permanente de Estudio eterno, continuado y evolutivo con el que fue concebido el Universo.

     La vida cotidiana es un regalo presente y permanente.

   ¿Por qué sientes que no puedes vivirla en esos términos dentro de tu ser?

   ¿Por qué, en otras oportunidades, sientes que la vida pasa por ti embriagándote de placer y te sientes invadido serenamente por ella?

   El primer paso que puso en movimiento mi proceso de despertar fue aquél que me indujo a aceptar que toda mi existencia la había concebido en estado espiritual “libre” con la directa intervención del universo y sus leyes.

   He comenzado a amar cada instante que experimento en la vida con el placer de sentir que estoy levitando como un observador que redescubre y admira su propia obra.

   No tengo nada que pedir… la prioridad la fija mi conciencia que me reconecta con la misión que me comprometí a materializar.

   Comienzo a amar mi vida cotidiana cuando me regocijo al sentir la participación lacónica, contundente y efectiva del sincrodestino con el que el universo orienta mis realizaciones.
   Acepto la más hermosa y privilegiada de las existencias que he vivido.

   Sorprenderme en plena tarea de escudriñar mis expectativas, deseos y aspiraciones delatan el despertar de mi vocación investigativa sobre cómo canalizo mi conducta cotidiana.

   Superar la dualidad o polaridad de este mundo tridimensional me ha llevado a transitar por el camino en el que pongo en práctica la responsabilidad de hacerme totalmente responsable de todo la que pienso, siento y hago. 

   Soy hechura de mis propias obras; mis obras son las únicas que pueden expresar lo que he sido capaz de construir. Por eso mi práctica cotidiana es el más fiel reflejo de lo que he podido aprender desde el momento que comencé a vislumbrar en mi consciencia que soy el ejecutor y único responsable de mis ideas propias.-






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