La
inteligencia divina que sostiene la sincronizada estructura del universo, me ha
enseñado que expresar una “oda a la vida” es reconocer que somos espíritus que
hemos logrado acceder con mayor
consciencia a la misión de ser condiscípulos en la Universidad de la vida.
La sabiduría
que nos hace despertar nuestra “luz interior” utiliza medios que no se aceptan
como enriquecedores por la mente humana, educada para procurar disfrutar de lo
que hemos elegido como fuente de placer: el individualismo, el materialismo, el
hedonismo, el desamor, la irresponsabilidad y la desmesura con la que “endiosamos”
el uso de la materia como una versión postmoderna
del “becerro de oro”.
Mis vivencias
personales me han permitido aprender que las carencias, el hacinamiento, la
pobreza, las desavenencias, la discriminación, el abandono constituyen las
páginas luminosas de la vida eterna, continuada y evolutiva que me permitieron enriquecerme
con estas pruebas de profundo amor y máximo rigor con que estuvo jalonada mi existencia.
Todo es vida, todo es amor, inteligencia,
evolución. Todo es un camino plagado de pruebas. En nosotros está el aprender a disfrutar del perfume de
las flores y de lo ríspido de las espinas. Todo lo que nos sucede lo hemos
elegido nosotros teniendo presente el Programa Permanente de Estudio eterno, continuado y evolutivo con el que fue concebido el Universo.
La vida cotidiana es un regalo presente y
permanente.
¿Por qué
sientes que no puedes vivirla en esos términos dentro de tu ser?
¿Por qué, en
otras oportunidades, sientes que la vida pasa por ti embriagándote de placer y
te sientes invadido serenamente por ella?
El primer
paso que puso en movimiento mi proceso de despertar fue aquél que me indujo a
aceptar que toda mi existencia la había concebido en estado espiritual “libre”
con la directa intervención del universo
y sus leyes.
He comenzado
a amar cada instante que experimento en la vida con el placer de sentir que
estoy levitando como un observador
que redescubre y admira su propia obra.
No tengo nada
que pedir… la prioridad la fija mi conciencia que me reconecta con la misión
que me comprometí a materializar.
Comienzo a
amar mi vida cotidiana cuando me regocijo al sentir la participación lacónica,
contundente y efectiva del sincrodestino
con el que el universo orienta mis realizaciones.
Acepto la más
hermosa y privilegiada de las existencias que he vivido.
Sorprenderme
en plena tarea de escudriñar mis expectativas, deseos y aspiraciones delatan el
despertar de mi vocación investigativa sobre cómo canalizo mi conducta
cotidiana.
Superar la
dualidad o polaridad de este mundo tridimensional me ha llevado a transitar por
el camino en el que pongo en práctica la responsabilidad de hacerme totalmente
responsable de todo la que pienso, siento y hago.
Soy hechura
de mis propias obras; mis obras son
las únicas que pueden expresar lo que he sido capaz de construir. Por eso mi
práctica cotidiana es el más fiel reflejo de lo que he podido aprender desde el
momento que comencé a vislumbrar en mi consciencia que soy el ejecutor y único responsable de mis ideas propias.-
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