miércoles, 7 de marzo de 2018

EL REALITY SHOW DEL SIGLO XXI.




En la República Argentina se popularizó la descripción de lo que acontecía en el siglo XX con la letra del tango “Cambalache”. La letra mencionada expresa: “Siglo XX cambalache (trueque malicioso o con afán de ganancia) problemático y febril, el que no llora no mama y el que no afana (robo) es un gil (tonto)”... Estas expresiones pueden ser representativas del sentir de muchos espacios geopolíticos de nuestro mundo-escuela.

Como una sofisticación propia del siglo XXI el avance de los descubrimientos operados en el campo cibernético, ha logrado provocar la sistemática “instrumentalización del pensamiento” con lo cual los espíritus encarnados aceptaron operar como esclavos de la avasallante “Tecnología de punta”.

La civilización, para considerarse como tal, tendrá que aunar al progreso material el progreso espiritual para evitar seguir practicando aquellos desvalores humanos que constituyen una permanente ofrenda al tristemente famoso “becerro de oro”.
En ese contexto social imperante, los habitantes de nuestro mundo hemos naturalizado una forma de vivir alienada en procura de aprender y practicar las innovaciones que impone una tecnología que persigue profundizar la esclavitud, miserabilización de la condición humana, y la depredación del medio ambiente en el que se desenvuelve la vida en nuestra madre-tierra.

La vida en este siglo XXI podría parangonarse con nuestros contemporáneos “reality show” en donde el poder dominante inventa, elabora y produce un libreto que instala en la sociedad como una ficción fraudulenta de la realidad que responde a los intereses espurios del poder hegemónico.

Entonces la gran tarea a realizar cotidianamente por parte de los espíritus encarnados o no, podría ser la de no dejarse influenciar por la realidad “virtual” (algo que potencialmente puede llegar a ser pero que NO ES) que maliciosamente crean los medios de difusión para seguir alimentando la “sociedad del miedo”, y con ello, mantener “domesticada” a la población trabajadora.

Pero la responsabilidad social no se circunscribe a la “clase” o grupo social dominante; también son responsables los espíritus encarnados y libres que componen la familia humana.

Como todos los espíritus decidimos cumplir con cada rol social que son habituales en el mundo y en el lugar que elegimos encarnar, no podemos sorprendernos de ninguna ocupación, profesión u oficio atento a que deberemos experimentar en cada uno de ellos.
La comprensión y aceptación de esta visión integradora de nuestra vida nos debe permitir asumir “el desafío de crecer y hacernos cargo” de nuestra responsabilidad cualquiera sea la etapa evolutiva que estemos transitando.

En esta nave espacial con la que surcamos el universo todos sus habitantes somos tripulantes y ninguno es un pasajero, por lo que todos somos responsables de la dirección y sentido (razón de ser, finalidad u objetivo) que le imprimamos a esta nave.

En este momento de profunda transformación política, social, económica, humana y ecológica que vivimos, se hace imprescindible que cada ciudadano del mundo defina en su interior a qué tipo de proceso evolutivo va a adherirse con su conducta, relaciones y ejemplo cotidiano de vida.-




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