miércoles, 7 de marzo de 2018

“¿SE PUEDE EDUCAR SOBRE LO QUE SE DESCONOCE?”




Dentro del tema sobre “La Educación y la Pedagogía”, emerge otro que constituye una paradoja ancestral. Esta consiste en precisar qué formación tienen los formadores dedicados a la educación.

El título utilizado en esta presentación pretende anticipar, en apretada síntesis, la conclusión a la que se llega al final del presente desarrollo.


¿Puede impartirse educación sobre aquello que se desconoce?
Cuando se habla de educación, pedagogía y cultura se suele hacer una asociación casi inmediata con las ideas de instrucción, información, contenidos y bibliografía.

No obstante, por causalidad, el sentido que el uso y costumbres le atribuye a las palabras - o a la interpretación literal de las mismas de acuerdo a su origen - hace que los conceptos que se desarrollan en este tema posibiliten el acceso a un estadio más trascendente que el que sugiere el fenómeno educativo formal.

La Pedagogía de la pregunta permite detectar la existencia de un mensaje subyacente en todos los conceptos que se utilizan en educación, lo cual induce a buscar el origen universal de los mismos.

En este sentido el concepto de educación se refiere a una actividad humana que propicia la evolución natural de las personas hacia el conocimiento de si mismas.

El estudio de lo que se entiende por educación nos lleva de la mano hacia el concepto de cultura entendida como la acción de cultivar, mejorar y preparar la vida interior que es el ámbito esencial donde se integran conscientemente la materia y el alma con su espíritu.

Educar es conducir, llevar hacia fuera las potencialidades que trae el espíritu en su alma para que las personas aprendan a pensar con su propia cabeza y a caminar sobre sus propios pies.

En forma complementaria la cultura viene a potenciar aquellos objetivos que persigue la educación, en tanto cada individuo se dedica a redescubrir sus  fortalezas y debilidades dándose cuenta cuando su arrogancia intelectual le está ocasionando una ignorancia paralizante.

La conjunción simbiótica entre la educación comunitaria y la cultura, como cultivo interior, aportan la argamasa que puede hacer del ser humano un ejemplo viviente de integración con la unidad universal, dentro de la cual, todos los seres son condiscípulos y progresan cuando comparten el aprendizaje.

Al decir de Noemí Paymal
 El propósito de una nueva Pedagogía que convoque a lo mejor de la cultura humana -representada en los recientes avances de la ciencia y el aporte de las culturas milenarias- permitirán “liberar el potencial humano; educar para una cultura del compartir e integrar todas las vertientes de nuestra inteligencia en una inteligencia adaptativa que nos permita a todos desarrollar lo que vinimos a dar de nuestra vida”.

Con la aplicación de la mayéutica socrática se pueden desarrollar algunos de los interrogantes que surgen de la paradoja que sugiere la “Educación sobre lo que se desconoce”: Algunos de esos interrogantes son:

¿Cómo puede un educador - que no se ha planteado el objetivo de conocerse a si mismo- enseñar a los educandos cómo hacerlo mediante la educación cuando él aún no ha incorporado y practicado ese aprendizaje?;
El educador, ¿ha podido descubrir que existe una relación indisoluble entre él y los educandos?;
Los sujetos de la educación -educandos y educadores- ¿han descubierto que todos los seres humanos son condiscípulos en la Universidad de la Vida?;
¿Se ha conseguido construir una relación consciente entre educación, pedagogía y cultura?

Las respuestas a estos interrogantes permitirán aportar múltiples conclusiones, una de las cuales podría ser la siguiente:

Es necesario educar a los potenciales educadores para que desarrollen facultades más acordes a las misiones espirituales que traen las nuevas generaciones de educandos.
El educador primero tiene que educarse en todo lo que reconoce es un déficit en su formación, de lo contrario estará invalidado para promover y acompañar el aprendizaje del educando en lo que aún es carencia en su formación.

La consigna es: ¡Edúcate Educador!

Despierta tu espíritu de investigador, el que te conducirá por el camino de la vida descubriendo aquellas verdades relativas que te permitan sentirte conforme con tus progresos en el mundo del conocimiento.

La felicidad es un estado del alma que alcanzas cuando logras liberarte de las ataduras que creaste al aferrarte a verdades relativas que defendiste como si fuesen absolutas. La felicidad te la brindará la libertad interior de no sentirte atado a ninguna idea que consideres absoluta. La felicidad está en la búsqueda permanente, no en el encuentro de un objetivo que puedas considerar como final.

Agrega al respecto Jorge Carvajal Posada:

“¿Y si la Pedagogía, más que un cúmulo de teorías y técnicas, fuera una estrategia humana para re-encantar la vida?;

“¿Y si pudiéramos aprender enseñando, aprender aprendiendo y así ser, siendo únicos, lo que somos, como somos, para experimentar la plenitud de ayudarnos? ¿De completarnos?;

“¿Y si aprendiéramos desde la humildad y la inocencia del saber que no sabemos, para sabernos inmersos por fin en un conocimiento que involucre de lleno el amor?;

“¿Y si se unieran la cabeza y el corazón en un proyecto de vivir, en el que la comprensión nos lleve a un nuevo tipo de relación con la naturaleza “en” nosotros?”-



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